lunes, 1 de mayo de 2017

aire/fuego/agua



Y está el viento, esa corriente de aire y polvo, ese ruido incesante.
Para llegar a Vienna's Johnny Guitar galopa a través del viento y es como si pasase del otro lado del espejo, como si pasase por eso arrabales ventosos por los que caminaban Orfeo y Heurtebise cuando entraban en la muerte, Johnny atraviesa el viento y llega a un mundo donde la gente se mueve como si bailase, donde hablan como si estuviesen sobre un escenario.
Más tarde llega un grupo al galope y el viento se lleva sus sombreros, pero no corren tras ellos, los dejan volar, los dejan perderse, quizás tengan más en casa, armarios y armarios llenos de sombreros.
Al cabo de un tiempo ya están todos dentro de Vienna's, todos los que van a importar en esta historia, llegan como empujados por el viento, un viento que no para de soplar, que no para de oírse, y en ese momento parece que no fuera a terminar nunca, un viento como para volverse loco, ¿cómo se puede vivir en un lugar donde el viento sopla así? Es como si se viniese encima el fin del mundo y aquí, dentro de Vienna's, se está a resguardo, y afuera no hay nada que esperar, nada que desear.
Parece que ese viento no fuese a parar nunca y sin embargo se para, apenas se van Emma y los suyos el viento ya no está y además es como si nunca hubiese existido, es como si el viento lo hubiesen traído ellos, como si fuesen ellos los que abrieron la puerta del mundo de los muertos y dejaron entrar en este mundo ese viento que vuelve loco.
Más tarde el grupo de Emma volverá a Vienna's e interrumpirá la música que ella toca, vendrán sin viento pero se irán dejando otro sonido incesante, otro sonido de fin del mundo, el del fuego, un sonido tan fuerte que aunque se alejen se sigue oyendo, hay así en la película grandes extensiones de sonido, el viento, el fuego, que son como otra música, una música que devora todo lo que toca, que le impone su tono de destrucción, un sonido al que no hay manera de escapar, que no hay manera de dejar de oír, podemos cerrar los ojos y dejar de ver el incendio pero por mucho que nos tapemos los oídos no podremos dejar de oírlo.
Al final, tras el ruido de los disparos, queda una canción, sí, pero queda también el sonido de la cascada, queda, tras el aire y el fuego, el sonido del agua.
(Johnny Guitar, Nicholas Ray)

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