I
Godard, con pocos medios,
adivinando, hace una de sus películas, en mi opinión, más grandes, directa, artesanal, audaz y muy honesta. No me parece una película nihilista o depresiva o triste como muchos
han señalado. Y la alegría y la emoción que uno siente, que yo he sentido, no tienen que ver
solamente con el hecho de que esté bien hecha, de que formalmente esté tan
conseguida o de que sea una película que me concierne, que me dice tantas cosas
sobre mí mismo, cosas que duelen porque están vivas, sino también con algo superior. Porque Godard no mira a esa familia desde fuera, tampoco desde
dentro, sino que sencillamente está con ellos: los encuadres en vídeo son de
una justeza extraordinaria, esto no es naturalismo ni sé lo qué es, tal vez
desde los operadores Lumière no se filmaban las cosas tan directamente, tan
como son, tan en bruto, desde el único punto de vista posible. Y sin embargo, si
Godard no filmara esos monitores con su cámara de cine, la película no existiría.
Las pantallas en vídeo no son ventanas, ni puertas, ni ojos de cerradura pero
tampoco sé lo que son (¿marcos?, ¿como el marco de un cuadro? ¿Iluminaciones?
¿como en los libros, en el sentido rimbaldiano?), una manera no sé si de salvar
a los personajes pero sí de liberarlos, estando con ellos, filmándolos.
II
Tal vez Godard nunca fue tan
maestro, tan pedagogo como en esta película. Precisamente por no pretender serlo. Aquí se habla de un niño y
una niña, un hombre y una mujer, un abuelo y una abuela. Con sus problemas de
hombres, como dice la canción de Ferré. Nada más. En esta película no le
hace falta recurrir a la Música ni a la Pintura como en otras ocasiones (y tan bien)
ha hecho para expresarse. Cuando parecía que ya lo sabíamos todo o casi todo sobre
los hombres y las mujeres, sobre los niños, sobre la vejez, sobre el sexo, llega
Godard con esta película y nos dice que no, que en el fondo no sabíamos nada o
casi nada. Y sin amargura.
III
En esta película, como en
otras suyas, Godard habla. Habría que editar alguna vez un disco con todos los
momentos en los que ha sonado la voz de Godard, todos los momentos en los que la voz de Godard fue
grabada (en sus propias películas, en películas de otros, en la tele...). Sería
un objeto maravilloso. Porque su voz, su fraseo, es inimitable. Raras veces uno tiene la impresión de ver la
inteligencia au travail. Esa mezcla
de humor, honestidad, dureza y elegancia que de algún modo nunca se equivoca
porque lo que importa es sobre todo la melodía, el fraseo, más que el
contenido, la letra.
Sería un objeto maravilloso.
ResponderEliminarSu voz está ya en su primera película, que es un pareado a partir de un material tan poco poético como el hormigón (Opération Béton), está también en las imágenes de inundaciones que Truffaut filmó y no montó, con las que él hizo Une histoire d'eau, es la voz que dobla al Belmondo hiperlocuaz de Charlotte et son Jules, antes de Au bout de souffle (también sobre guión abandonado de Truffaut...)
ResponderEliminarPermitiría oír el momento en que volvió a recuperar el acento suizo (¿una especie de baturro francés?), hacia la carta a Freddy Buache (¡qué película!), como señaló Deleuze.
ResponderEliminarHistoire d'O o la O con un canuto
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