lunes, 12 de octubre de 2009

Alguna vez declaré que nada me gustaría más que esperar el fin del mundo dentro de un cine.
Tal vez -me apresuro a aclarar que esta es, a pesar de todo, una historia de deseos cumplidos- mi deseo se ha hecho realidad.
Tal vez, sin que yo me dé cuenta, todo esto tenga lugar dentro de un cine.
Tal vez este huracán del pasado que me alcanza y me sacude no sea más que una película a veces en blanco y negro, a veces en colores, nunca del todo comprensible pero aún así interesante.
(La velocidad de las cosas, Rodrigo Fresán.)

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