No sé bien qué decir. En realidad es simplemente que esta película, por momentos, es tan bonita que al mismo tiempo da ganas de llorar y da un cosquilleo por el cuerpo. Es una película de esas con falso culpable a la carrera que busca la prueba que demuestre su inocencia y con chica que al principio se ve arrastrada y luego le acompaña y le ayuda (aunque aquí, en realidad, empieza por ayudarle, antes incluso de que empiece la huida y búsqueda de la prueba). Lo que es bonito es lo emocionados que están los dos de estar haciendo eso juntos. Les desbordan los sentimientos. Al principio no se dan cuenta pero poco a poco notan que eso que les desborda son los sentimientos. Y esta escena de la que he puesto una imagen, apenas el instante de un beso que le da él en el pelo, porque no consigue irse aunque ya se han despedido, es una escena en la que se cruzan esas dos historias, la historia de los sentimientos que se desbordan y la historia de la prueba que tienen que encontrar. En realidad han renunciado a seguir buscando la prueba y todo lo que hacen y dicen está, o eso creen, bajo el signo de los sentimientos. Para ellos es uno de esos momentos enamorados en los que uno no consigue despedirse, dice que se va y vuelve, está a punto de salir y da media vuelta para dar un último beso en el pelo, un penúltimo. Además, claro, como él es un falso culpable a punto de entregarse ese penúltimo beso en el pelo (que ahora mismo no recuerdo si no es también un primer beso, creo que sí) parece que es de veras un último beso. La gracia de la escena es que ella menciona al principio de la escena algo que nosotros intuimos que es una pista para la prueba que puede salvarlo pero ninguno de los dos se ha dado cuenta de ese detalle. No se han dado cuenta porque están metidos en la historia sentimental y eso les hace olvidar la historia criminal. No se han dado cuenta de que tienen una pista porque sienten demasiado. Así que el suspense de la escena está en saber si en algún momento van a conseguir, a pesar de la emoción, reparar en la pista. Aquí, la historia de amor parece arrinconar a la historia criminal y, al hacerlo, condena a ese amor. Lo que nos hace tan queribles a los personajes en ese momento es todo ese tiempo que tardan en darse cuenta, todo ese tiempo en el que les pueden tanto la emoción y el amor que están ciegos a lo que nosotros ya hemos adivinado. A los personajes los queremos entonces por esa ceguera que tienen y nos cosquillea la manera en que la trama amorosa y la trama criminal se entorpecen la una a la otra. Queremos que se den cuenta de la pista y al mismo tiempo es una pequeña decepción que lo hagan, que su ceguera no sea tan total que no puedan darse cuenta. Queremos algo y queremos lo contrario. Lo queremos todo, en realidad, y la película nos lo da con una generosidad un poco sádica, una generosidad que sabe que el placer, al menos en el cine, está en lo que se demora, no en el beso en el pelo, sino en el instante en que ya se decidió besar el pelo y los labios todavía no llegaron. Ese instante quizás no se pueda filmar porque aunque a veces pueda parecer una eternidad en realidad es fugaz, pero entonces se puede filmar eso otro que sí puede dilatarse, una pista que dos personajes no ven, una pista que es como un beso que parece que no acaba de llegar y que, al cabo, llega.
(Young And Innocent, Alfred Hitchcock)
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