viernes, 20 de septiembre de 2019

dar la espalda



Es un hombre, un hombre que está hablando con su esposa en un parque, en una ciudad de montaña de la India, una ciudad a la que ir de vacaciones, y está teniendo una discusión que puede acabar en separación, que él quiere en ese momento que acabe en separación, una de esas escenas de matrimonio que tanto hemos visto en el cine y en el teatro, una escena de sacar cadáveres del armario, una escena de repartir culpas, que tú fuiste y que yo fui, una escena de él repartiendo culpas, y para repartirlas ahora mismo él le da la espalda a ella y nos la da a nosotros, sólo con eso ya sentimos que él sufre pero también que quiere ocultar algo y que si ni siquiera a nosotros nos lo deja ver entonces es que, de alguna manera, está equivocado, y ahora recuerdo la película así, muchas conversaciones y casi siempre esto, un personaje dándole la espalda a otro, negándole la cara, negándole el poder verle en la cara qué es lo que piensa, qué es lo que siente, protegiéndose, o también no dignándose a ver la cara del otro, como pensando que ni siquiera merece la pena, que no hay nada que no pueda ser previsto en esa otra cara, y nosotros a veces vemos la cara del que da la espalda y sentimos como amenaza a aquel que quiere ver la cara, y a veces estamos del lado del que no ve y nos enfrentamos a una espalda, a tener que leer algo en una espalda, y sólo muy de vez en cuando sucede el milagro de dos que se miran frente a frente, y entonces es bonito, hay veces que lo hacen de lejos, como lanzando palabras al aire para que el otro las recoja, no sé, como si estuviesen jugando a la pelota con las palabras, para que el juego de la pelota tenga gracia dos no pueden estar muy cerca, hace falta ese aire entre medias, hace falta ese riesgo de que la pelota o las palabras no lleguen, el juego es ese, y es alegre, jugar a la pelota dándose la espalda, en cambio, es muy difícil, hay que conocerse muy bien, hay que tenerse mucha confianza, y nadie aquí se tiene tanta confianza, lo cual es angustioso, porque el tema es el matrimonio y no hay en la película ningún matrimonio que pueda hacer eso, entenderse hasta cuando se dan la espalda, así que en el fondo quizás todo esto no sea más que un baile de espaldas con breves momentos de cara a cara, y en esta película parece como si el cine se hubiese inventado también para eso, una cámara, un encuadre, es un punto en el espacio, un punto al que poder darle la cara o poder darle la espalda, y cuando nos dan la espalda todo se carga de tensión, porque ese cuerpo está en el tiempo y puede moverse, puede alejarse o puede darse la vuelta hacia nosotros, acumula tensión para que de vez en cuando eso pueda pasar, darnos la cara, darse la cara los personajes, como recordando lo raro que es, en realidad, un cara a cara, un no sólo no tener nada que ocultar sino querer leer por completo el rostro del otro, un querer al mismo tiempo entender y ser entendido. 
(Kanchenjungha, Satyajit Ray)

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