Hola Paco,
Me preguntas qué tal está la película de Bodet y no sé
muy bien por dónde empezar, podría decir simplemente que está bien, pero no se
trata de eso, claro, para eso no merece la pena decirse nada, así que tengo que
encontrar alguna manera de empezar a hablar de la película, supongo que ya
habrás leído un poco de qué va, una mujer vive en un apartamento y deja que un
par de personas, dos amigos, (o algo así como dos amigos, las palabras dejan de
resultar evidentes en esta película, la palabra amigo también) vivan en él el
tiempo que necesiten, aunque no les ha dado copia de la llave, como si eso de
la llave fuese un limite, y poco a poco va habiendo más gente en la casa y la
película, que tampoco es que fuese muy realista, lo es cada vez menos, aunque
eso de no ser realista habría que revisarlo, claro, o discutirlo, porque la
película es de lo más realista, o consigue hacer ver y sentir, o comprender,
algo real y no tan evidente de hacer ver y sentir o de contar, la necesidad de
tener un lugar al que llamar casa, un lugar en el que vivir, un lugar en el que
caerse muerto, que diríamos aquí, así que aunque la forma no sea del todo
realista la película trata de lo real, de aquello que te puede dar en las
narices y dejarte por los suelos o matarte o volverte loco, me estoy yendo un
poco del tema, aunque no tanto, a lo de volverse loco quiero volver, hace un
rato pensé, por cierto, que la película me recordaba a Grass, que
también va en parte de eso, no sé si te acuerdas, de tener un lugar en el que
caerse muerto, y también de la desesperación y del miedo a la desesperación,
hay un personaje de la película de Bodet que dice que al fin y al cabo todos
acabaremos por volvernos locos, no dice que todos acabaremos por morirnos, que
es lo que se suele decir, que es lo que suena más lógico o más inevitable o más
normal, dice que acabaremos por volvernos locos, quizás sea cierto, todos
perderemos la cabeza, sea lo que sea ese perder, y el personaje sigue diciendo
algo así como: "quizás en dos días, quizás en dos semanas, o en veinte
años, o en dos segundos", y eso nos pone de los nervios y sobre todo pone
de los nervios al personaje de Pascale, eso de no parar de repetir, es un personaje
que se repite mucho, pero la película no dice que no tenga razón, ni lo
contrario, la película no da razones ni las quita, más bien desconcierta, no es
tan fácil desconcertar, la película es tan extraña como Bodet, bueno, no sé si
ella es extraña, a mí me ha parecido extraña las pocas veces que la he visto y
oído de lejos, extraña y adictiva, interrogante, como si viniese de un mundo o
de un tiempo de antes de las evidencias, de antes de las normas, si es que las
normas para lo que sirven es para no tener que hacerse preguntas por todo, para
no poner caras interrogantes, si es que las normas son más que nada respuestas
de antemano, normas que ya no nos damos cuenta de que son normas, no sé, pero
en ese mundo de antes todo se volvería extraño, hasta la manera de mirar y de
moverse, todo extraño y extrañamente gracioso, en realidad todo tiene gracia en
esta película de la que hace un momento escribía que me parece que va de lo
real y de la desesperación, del encuentro con lo real, pero es que para llegar a
ese encuentro la película se inventa cosas todo el rato, cosas de esas que uno
no sabe si decir que qué locas o que qué geniales, pero lo más extraño es la
manera de organizarlas, una manera que de entrada parece rara y luego te da la
sensación de que si le dijeses: “es rara”, te miraría sorprendida y diría que
porqué, y tendrías que admitir que no, que rara no es, que es extremadamente
lógica y razonable, pero es que con la razón se puede llegar a tener mucho
vértigo, con la razón y con palabras bien razonadas uno puede perderse mucho, y
ahora sí que me estoy yendo lejos de lo que quería decir, aunque tampoco es que
quisiese decir nada en particular, más bien es que me estoy alejando de la
película, que hace cosas locas, por ejemplo cosas con un teléfono, qué juego le
da a un teléfono, ya verás, y que nos recuerda qué es una casa, un techo y una
puerta y ventanas, con la puerta hace muchas cosas, con las ventanas una sola,
pero con variantes, y también me habría gustado encontrar la manera de hilar
que los actores son por momentos geniales y raros, aunque luego uno anda por
París y tan raros no son, será simplemente que son de una forma de normalidad
que no se ve tan a menudo en el cine, y si tuviese que definir ese algo de
cierta gente de París y de la sensación que consiguen dar los actores en sus
personajes diría que es la sensación de gente que un día se va a volver loca,
quizás en los próximos dos segundos, y de hecho hay algún ataque de locura que
sorprende por lo rápido que llega y por lo rápido que se va, hay muchas
brusquedades en la película, quizás tenía que haberlo dicho antes, hay un humor
hecho de brusquedad, y quizás eso también sea realista, tener a tanta gente
alrededor se debe de prestar a eso, a la brusquedad propia y a la brusquedad
ajena, y me gustaría ir terminando un poco por no dar la impresión de que
pretendo abarcar la película, nunca se abarca una película, o una película de
verdad nunca se deja abarcar, no es igual más que a sí misma y hay que escribir
de ella dejando claro que se nos escapa, que se nos sale de página, que se nos
sale del papel y de las palabras, pero aún así quería decir algo más, quería
decir que pensé también en la película de Bodet con Delahaye, porque también en
esta película de ahora ella va a ver a un hombre muy mayor y habla con él y no
se trata exactamente de un diálogo, aquí ese personaje lo hace el extraño Jean
Abeillé, recostado en una cama, me parece que para Bodet esto es importante,
ella junto a Delahaye o Abeillé, al mismo tiempo admirables y mayores, o viejos,
o en otra dimensión del tiempo y de la experiencia, ver eso es importante pero
al mismo tiempo no consigo encontrar ninguna manera de decirlo que no me
parezca reductora o vulgar, no sé, hay algo en los planos de ella junto a
Abeillé y también en el hecho de que el personaje de Abeillé muera (te destripé
parte del final, pero me costaba no hacerlo, me costaba no decir que es también
una película de muerte), y ella más tarde dice, si no lo recuerdo mal, algo
así como: “esto también es una ceremonia de duelo” y luego vemos el barrio de
Stalingrad en el que estuvieron los refugiados que antes vimos de lejos y por
la ventana, uno siente que el duelo también es por su ausencia y me da por recordar
que en la película también se habla de que no se puede contar con que nada siga
siendo igual para siempre y quizás la película también va de eso,
impermanencia, duelo y vida, el lugar del duelo en la vida, a veces con gracia,
a veces con tristeza, a veces con una rabia extraña, a veces todo junto, y no
estoy muy seguro de que quisiese hablar de todo esto al empezar, pero por otra
parte en algún momento hay que parar, o parar de empezar y esperar que la veas
y que entonces podamos hablar, podamos seguir.
Un abrazo
(Porte sans clef, Pascale Bodet)
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