domingo, 3 de marzo de 2019

un fuego



Allí al fondo hay un fuego, es un lugar que arde, aquí delante hay un hombre de espaldas, por la manera de vestir se diría que tiene dinero o poder, o poder y dinero, el fuego está al mismo tiempo muy lejos y muy cerca, lo suficientemente cerca para verlo, lo suficientemente lejos para ser simplemente un fuego, la idea de un fuego, y quizás la película vaya también de esas distancias, cosas, personas y lugares que no están tan lejos pero que sin embargo están más allá de lo posible, porque hay poder y hay cercas y hay crueldad, porque hay clases y leyes escritas y leyes no escritas, pero a pesar de esas distancias es todo el mismo mundo, desde una ventana se puede ver que lo lejano no está tan lejos, y que todo sea el mismo mundo y al mismo tiempo haya esas distancias es algo que da ganas de gritar, y hay quien grita, da ganas de morirse, y hay quien se mata, da ganas de quemarlo todo, y hay quien quema, y aunque las distancias a veces parece que se rompen, a menudo para caer, a veces para subir, aunque entre el hombre que mira por la ventana y el fuego haya en realidad menos distancia de la que parece, no se sabe bien qué puede ese fuego, si de veras puede ser algo más que una casa ardiendo, si esa casa no será reconstruida, si no será como cuando el Quijote anda liberando a muchachos azotados, aunque claro, ese mundo ya no es el nuestro, ya no es tampoco el del cineasta, está la distancia del tiempo, y algo han podido algunos fuegos, pero mucho pueden todavía las distancias y la crueldad, así que en realidad tampoco es tan lejano el tiempo de ese hombre y de ese fuego, es el mismo mundo que fue y que sigue, algo así se siente al final, en una playa perdida, la sensación de que el mundo existe y es esa playa y ese tiempo y también ahora y un cine y el mundo entero y todos los tiempos. 
(El intendente Sansho, Kenji Mizoguchi)

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