martes, 27 de septiembre de 2016

el oro de antes del oro



No, pero decidme, ¿cómo se hace para tener una idea así?
¿Cómo se hace para pensar en todos esos libros vistos de canto?
¿Cómo se piensa, se imagina, se hace, esa pared dorada e inestable?
En esta casa hay cosas bonitas, hay cosas raras, hay habitaciones cerradas con llave como las de barbazul, hay ventanas que dan a letreros luminosos y neveras en las que no hay más que comida de gato, hay una habitación con puerta y pared de cristal, como una vitrina, con una cama como para una reina, una reina que durmiese expuesta en un museo, y a la cabecera de esa cama hay estrellas que parpadean.
En esta casa hay cosas raras, cosas bellas, y luego están estos libros vistos por su lado dorado, por su lado luminoso, y a mí esto me parece lo más raro de todo, en una casa donde hay estos libros, que son de Julio Verne y brillan como lingotes en el vientre de una galeón, en una casa así puede pasar cualquier cosa y yo me la creo y de hecho pasan muchas cosas que más que increíbles son raras, son febriles, pasan deseos y pasan mentiras, mentiras  que han ido tan de boca en boca que empiezan a ser verdades y nos lo creemos todo, qué más da, ese mundo de libros lingotes no es del todo nuestro mundo, si es que nuestro mundo es un mundo normal, que no, no lo es, así que ese mundo que vemos, gracias a los cantos dorados y a las habitaciones como vitrinas y a las cicatrices que están y no se ven, ese mundo es el nuestro, pero más febril, visto con más atención, o con más deseo de estar vivo, y quien dice con más deseo dice también con más miedo, todo junto.
Y esos cantos dorados, bueno, son las ganas que tenemos de creerlo todo, de que el cineasta se invente lo que sea, de que doble el París visible con un París invisible, un París de piratas, un París de oro y de billetes falsos, porque esta es una película de eso, de billetes falsos y de oro, oro que es historia, que es delirio de historia, cada vieja moneda dorada vista como una historia de siglos, vista como un libro secreto, hecho de vidas, y cada vieja moneda de oro, también, simplemente, algo que brilla, algo que espejea, y para eso no importa que la moneda sea verdadera o falsa, no importa que sean lingotes o cantos de libros, es oro soñándose antes del dinero, es oro soñándose nada más que brillo, es oro igual a agua, igual a luz, igual a nada, pero para que el oro sea igual a luz, sea igual a nada, claro, se tendrá que suspender el mundo, se tendrá que suspender el tiempo, como un truco de magia, en un cambio de plano, lo ves y no lo ves, el mundo estaba y ya no está y solo quedan agua y la reina y el capitán.
(Rouge-Gorge, Pierre Zucca)

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