domingo, 31 de julio de 2016

no pidas agua mi bien


... y el agua, qué mundo de agua en The Naked Spur, bueno es saber que el agua sirve para beber, lo malo es no saber para qué sirve la sed, agua de lluvia, ríos en los que beber, ríos en los que humedecer pañuelos para limpiarse el rostro, para aliviar la fiebre, agua  de lluvia que hace música sobre tazas y platos, en esa noche en la cueva en la que Kemp y Lina se están encontrando, aunque sea por truco se están encontrando, y además el truco tiene truco, ella le habla amable para engañarle, pero le engaña para salvarle, le engaña porque empieza a amarle, cuantas cosas se callan en esta vida, cuantas intenciones que no son lo que parecen pero tampoco lo contrario, y por supuesto está el agua final, agua rápida, agua violenta sobre la que se recorta la silueta de un hombre en el momento de morir, y agua contra la que es idiota luchar, es absurdo, es cruel para uno mismo, para la idea que uno va tener de sí mismo a partir de ahora, por el resto de su vida, rescatar a un cadáver, salvar a los muertos, matar a los vivos, porque hay una sed que no se sabe para qué sirve y sobre todo una sed que no se sabe de qué es y no es de dinero, no, una sed que el dinero no podrá calmar, y tampoco el agua, y también ese plano tan breve en el que tras pelear con Roy, tras ganarle la pelea, Kemp se arrastra lo justo para dejar caer cara y torso en el agua del río, apenas le quedan las fuerzas para eso, para buscar agua que corre, agua fresca, agua que le limpie, que le ahogue la memoria del presente, y al mismo tiempo no es más que eso, un plano de un hombre con abrigo y todo que se arrastra hasta el agua, que hunde el rostro en el agua, nada más que eso y apenas visto ya ha desaparecido, ya ha llegado el plano siguiente, no se detiene la película, como el río no se detiene...
(The Naked Spur, Anthony Mann)

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