... es cierto, no es la secuencia más loca de la película, pero es una secuencia muy bella, la joven y afilada y rubia Juliette le va a decir algo a Beethoven, algo que él cree que le hará feliz, algo que ella ya sabe que no le hará feliz, y entonces ella le pide que toque el piano, que mientras ella va hablando él vaya tocando, como se supone que hacían en los rodajes de las películas mudas, ir tocando la emoción que no se oirá, pero en este caso no es solo eso, no es tan solo cosa de darle color a la escena, en realidad lo que da la joven y afilada y rubia Juliette, que tiene algo de corazón, al pobre desgraciado que está a punto de ser Beethoven, es un hilo, esa música que va saliendo del corazón o de la cabeza o del alma del pobre desgraciado y que pasa por sus manos y por el piano y sale al aire y al tiempo, esa música es un hilo a seguir mientras dura la confesión que tanto le va a doler, un hilo al que mantenerse atento, un hilo de concentración que Beethoven puede seguir para no caerse, para no caer fuera de la vida, si la escena hubiese sido simplemente que a Beethoven el dolor de ese amor contrariado le hizo componer el claro de luna, pues habría sido lo de siempre, y eso es un problema, pero Gance no lo resuelve quitando lo de siempre, sino aumentándolo, dándole otra vuelta de tuerca, en Gance más es más, hay que ver a Beethoven con el cuerpo macizo de Harry Baur, la cabeza filmada desde arriba, enmarcada por un triángulo de sombra, aguantando el dolor sin dejar de tocar, aguantando el dolor porque no deja de tocar, porque el hilo de la música lo mantiene erguido, hay que verlo sin dejar de tocar cuando ella se levanta, cuando ella se aleja, sin dejar de tocar hasta la última nota, que suena cuando ella desaparece más allá de la puerta, más allá del alcance de la vista, y entonces, cuando ya está solo, cuando ya ha sonado la última nota, hay que ver cómo se quiebra el cuerpo de Beethoven, ya puede salir afuera el dolor, lo peor, en cierto modo, ya ha pasado, y una y otra vez sucederá esto en la película, la música será el hilo que mantiene la continuidad de la vida, un hilo frágil, muy frágil, al que hay que estar atento, muy atento, pero con el que se pueden cruzar abismos, como por encantamiento, mientras dure la concentración durará el encanto, una nota y otra nota y otra nota y otro plano y otro plano y otra plano, más es más, no se puede parar, si miras hacia abajo el encantamiento se romperá, sigue mirando al frente, sigue atento, sigue tocando, mientras dure la música la nada no podrá alcanzarte...
(Un gran amor de Beethoven, Abel Gance)
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