...aquí es verano y hace calor y uno no debería de escribir nada de nada porque las ideas van lentas, muy lentas, como mucho se debería de enviar una postal, una postal con una imagen como esta, Marusya a la carrera, Marusya con unas manchas de barro en la cara, qué bonitas las manchas, como de pintura abstracta, como de pinturas de guerra sin guerra, sí, y otro día, cuando haga menos calor, habría que escribir sobre las manchas de barro en la cara de Marusya a la carrera, por qué el barro en la cara a veces es alegría y a veces es dolor, humillación o deseo de humillación, y qué alegría que a veces sea alegría, pero eso será otro día, un día de invierno, ahora solo sale decir que qué chulas las manchas de barro en la cara de Marusya, qué bien le sientan, qué bien le sienta todo a Marusya en esta película, el heroísmo y el ridículo, quedarse pasmada y tener una idea, desmayarse o ir a la carrera, sí, habría que enviar simplemente esta imagen y decir detrás que aquí hace calor y las ideas van lentas, pero que Barnett va rápido y también que Barnett mola, mola todo el rato, y ese molar consiste más o menos en ser todo el rato muy divertido, hasta cuando se trata de emocionar, y todo el rato muy bonito, hasta cuando se trata de hacer reír, muy bonito el mundo con su barro y sus cielos y sus aguas y sus pájaros que pían, y también con sus sonrisas y sus gentes un poco ridículas, un rato testarudas y con mala fe, y otro rato buenas y de darles un abrazo, y a veces todo al mismo tiempo, como ese cubo en el que Marusya mezcla todos los alcoholes, champán y vodka y ron y vino de Georgia y más, y aquello, la verdad, está bueno, y sobre todo sienta bien, muy bien, un calorcillo tontorrón, una sonrisa y unos ojos como platos, una sensación como de estar borracho lo justo para estar a gusto, como de estar enamorado lo justo para estar feliz...
(El viejo jockey, Barnet)
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