domingo, 26 de octubre de 2014

ciento ochenta grados



Y no es sólo eso pero también es eso, una película de una sola noche, hay más, películas con fiestas y películas sin fiestas, películas de una noche que es todas las noches y películas de una noche que es la noche única entre las noches, pero todas así un poco errantes, un poco del grupo y de la soledad, la soledad en medio del grupo y la soledad dentro de la soledad, como la chica embarazada en la sala de cine o frente a los escaparates, o la soledad en el juego y el alcohol y los bares y las ganas de pelea, como el chico, y todos esos ojos medio vidriosos que no se acaba de saber si brillan o si pasa por ellos una bruma, si algo brilla detrás de la bruma, si te miran desde muy cerca o desde muy lejos, y todos esos gestos y pasos tan imprecisos, como si de pronto hubiese cambiado la resistencia del aire, como si la tierra se hubiese salido de su eje y aunque imperceptible hubiese cambiado la ley de la gravedad y no fuese del todo la que hace un rato era, y esa manera de juntarse y alejarse y volver a juntarse y a veces perderse para siempre, puede ser que nunca volvamos a vernos, que nunca volvamos a ver a esa chica que una noche de finales de los cincuenta en Los Ángeles es abandonada o se refugia en una gasolinera, las leyes que nos juntan y nos separan no son las del día, son como de otro planeta, es otra la ley de la gravedad y otra la trayectoria de los cuerpos, y es extraño cuando amanece y vuelven a casa, juntos caminando por la calle con restos en sus pasos de otro mundo, sin haber todavía recuperado las leyes físicas del día, sin querer recuperarlas, el día viene para algunos como la calma, el día es el tiempo en el que se puede imaginar un futuro, otra vida, para otros el día es el tiempo que pasar hasta que la tierra vuelva a girar ciento ochenta grados y vuelva la oscuridad, otra noche en la que intentar olvidar el peso de este planeta que en el fondo no es el suyo, no es aquel para el que nacieron, porque sí, su eje se torció, ya no gira como giraba, en apenas una generación la gravedad cambió sus leyes, y no queda más que noche tras noche intentar alcanzar la gravedad cero.

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