jueves, 22 de diciembre de 2011

dando conversación


Claro que por hablar también podríamos hablar de voces.

Volver a repetir lo de de Bresson que hacia el final prefería conocer a sus posibles modelos primero por teléfono, primero por la voz. Y luego pegar un quiebro y aprovechar para preguntaros qué pensáis de la voz de Debra Winger en La fuerza del cariño. Una voz grave casi incongruente con su figura de mujer joven y divertida, incongruente y sin embargo, una vez oída, inevitable.

Debra Winger medio fumada, con camiseta de deporte, la espalda un poco arqueada, imprevisible respondiéndole a su madre que le pregunta "preferirías que no dijese algo que quizás pueda herirte...", "sí, lo preferiría", y yéndose, de un quiebro ella también, riendo con una risa grave, para en otro quiebro volver frente a su madre.

(Por hablar podríamos hablar de ese momento, que es voz y también manera de caminar, voz y comedia física, voz que es también comedia física.)

¿Qué pensáis, decidme, qué pensáis del encuentro entre esa voz y esa figura? No hay días en los que con eso basta y sobra, una voz singular, para que la máquina que es la cámara se maraville, como decía una vez más Bresson, de que un hombre sea un hombre.

Y también, ya puestos, la voz de Marie Rousseau en Faubourg Saint-Martin, esa voz a su manera abriendo espacios insospechados en la realidad, la realidad también es, también puede ser eso, una voz que es en sí cine fantástico, que le habría podido sobrecoger a Tourneur, Jacques.

¿Os parece, decidme, que hablemos de esto?




3 comentarios:

  1. El autor, escribiendo en castellano (inaudito en el mundillo) y cada vez más cerca del grand style de las crónicas taurinas. De los mejores, se entiende: Bergamín, Parmeno, Chaves Nogales.

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  2. Y hablando de sonido y de maneras de caminar (o de caerse, que puede ser lo mismo)recordar
    a aquel actor que tardó seis caídas en aprender a morir. Ese día Borges estaba de visita en el rodaje -el guión era suyo- y cuentan que Borges notó, por el ruido de la caída, que esa toma sería la buena.

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  3. Y por qué no hablar de la voz más fea del mundo, perteneciente al mejor actor de la historia: Pepe Isbert
    Si existiese la justicia, Cassavetes y él habrían trabajado juntos
    Luis

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