miércoles, 2 de marzo de 2011

Apenas

Tan solo unas líneas para deciros que el otro día vi una película que os hubiese gustado, Mein Stern, de Valeska Grisebach. Es de hace diez años, su película de final de estudios. La historia de amor entre dos adolescentes en Berlín. Otra película de ese género, amores de una rubia, amores de adolescencia. Quizás de todos los géneros y subgéneros el que más busca el milagro de lo real, el detalle singular que contiene una vida. Otros géneros tienen sus disparos, sus gags o sus lágrimas. Este tiene sus milagros. Una historia con inicios, rupturas, vueltas a empezar... Una película seca. O quizás no sea esa la palabra. Una película que no tiene más que a sus actores y la cámara. Una película franca y directa, que no busca seducir y que no lo necesita. ¿Para qué? Es bella, libre, indiferente a nosotros. No necesita mirarnos para provocar nuestra mirada. (Esa sequedad que hay también en ciertas películas de Garrel, instintiva, esa manera de estar de entrada en los planos. Una forma de fe y de instinto en lo que puede el cine.) Uno de los lugares donde el cine contemporáneo se refugia para demostrar que sabe seducir, que puede ser virtuoso y lleno de vida, son las discotecas. Pues bien, aquí hay una discoteca. Pero también es diferente. No es moderna ni manierista. Es presente y sencilla. La protagonista, abandonada por su novio, va allí con una amiga y dos chicos. Vestida con un pantalón y una sudadera.La secuencia concluye con un largo plano de ella bailando. Plano general fijo. Baila sola. Regularmente, sin dejar de bailar, se tiene que subir las mangas de la sudadera, que vuelven a caer y vuelve a subir y vuelven a caer. Uno de esos planos que justifican el cine. (Quizás demasiado, quizás ya consciente, quizás casi seductor. No, no seamos descreídos, realmente un gran plano, una manera aparentemente más seca, más distante, pero al fin y al cabo un plano hermano de aquel en el que una chica baila mirando a cámara en Adieu Philippine.Hermano pequeño, pero hermano.) Más tarde, en casa, leyendo una novela de Ramuz. En ella hay un personaje sentado en un bar de pueblo, me pregunto si el mundo de Ramuz, que se presenta con el vigor y la presencia de la pintura, es todavía el nuestro, si se puede filmar con la evidencia con la que él escribe a su personaje, con la que sus palabras lo hacen visible, tan visible como si lo hubiese filmado Renoir. Entonces recuerdo otro plano de Mein Stern. El chico sentado en la barra de un bar, hablando con una camarera. Sí, es posible. La realidad está ahí, esperando a un cine de antes del cine, a un cine que no necesite demostrar que es cine. Sólo era eso, apenas unas líneas para deciros que esta película existe, como antes Bronco Bullfrog, que me hubiese gustado compartirla con vosotros. Saludos.

1 comentario:

  1. Una filmoteca enorme que todavía no ha proyectado nada:http://vimeo.com/12334764

    THE END

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