domingo, 4 de abril de 2010

Espaldas torcidas (Port of call New Orleans)

(Sobre todo no dejen de leer el texto anterior sobre Godard. Luego, si no tienen nada que hacer, lean este.)

Pero volviendo al tema de las cabezas torcidas, he aquí una película, el Teniente Corrupto de Herzog, construida en torno a una espalda torcida, la del personaje de Nicholas Cage. Se la estropea en la primera secuencia y se pasa el resto de la película con un hombro más alto que otro, construido su personaje sobre un andar extraño, John Wayne zombi, John Wayne nosferaturizado.

A las cabezas torcidas del cine “standard” contemporáneo, a su tranquila acumulación narrativa de peripecias bien dosificadas pero cuyo ritmo nunca decae, cumpliendo a ritmo sostenido los “standards and benchmarks” fijados por los productores, se les puede responder de dos maneras.

Digamos que hay un cine de autor más o menos pausado que opta por erguir las cabezas, por hacer casi imperceptible la inclinación, apenas un rictus que aparece al cabo de la larga observación de una cámara de vigilancia contemplativa. Y el guión tres cuartos de lo mismo, a la proliferación del “standard”, se responde con un tranquilo aquí no pasa (casi) nada.

Herzog opta por hacer frente al “standard” de otra manera. Si el enemigo tuerce las cabezas en signo de intensidad emocional y vida interior compleja, él tuerce toda la espalda de Nicholas Cage en signo de intensidad desatada, y en vez de optar por la resistencia el “aquí no pasa (casi) nada, tira por el ataque de guerrila del “aquí pasa de todo”, acumula peripecias, cambios de situación, quiebros del destino, se marca un happy end total y aún así no se para hasta que reúne la primera y la última secuencia entre las aguas y a Nicholas Cage le viene una risa tonta, a la que responde la risa alelada del espectador completamente colgado de tan sacudido por la trama, habiéndose pasado de largo todos los standards and benchmarks marcados por la productora americana, en vez de haber luchado por ser mesurado, por hacer menos de lo que le pedían.

Esto me recuerda a aquel episodio de los Simpson en el que Krusty tiene un accidente de avión. Llegan curiosos al lugar de la montaña donde ha tenido lugar el accidente, pero los intenta contener el jefe Wiggum diciendo “no se acerquen, no hay nada que ver”, y de repente se da la vuelta, ve el avión, y dice algo así como “huy, un accidente aéreo, acérquense, no sean tímidos. Miren, miran, un accidente aéreo…”

(Por cierto, es un elogio.)

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