domingo, 23 de diciembre de 2018

un beso, un disparo



Veis dos zapatos de tacón, un pie bien apoyado en el suelo, el otro no, y una falda que llega por encima de los tobillos, y enfrente debe de ser un kimono y unas sandalias, y ya algo podéis ir pensando a partir de eso, dos mujeres que no son iguales porque no visten igual, una quizás más moderna, la otra quizás más tradicional, cosas de esas, no importa, os puedo decir que la de los zapatos de tacón es una chica que por la mañana trabaja de mecanógrafa en una oficina y se deja hacer regalos por el hijo del jefe y que por la noche es novia de un gángster que no acabamos de saber cómo de importante es, y la otra es una chica que trabaja en una tienda de discos y gramófonos, una tienda llena de dibujos y esculturas de perros, porque es de la marca esa que el símbolo era un perro escuchando un gramófono, con eso hasta hacen un chiste que tiene su gracia, y la chica trabaja ahí para ganar un poco de dinero y poder pagar los estudios de su hermano, pero resulta que su hermano prefiere más bien convertirse en secuaz de ese gángster del que no acabamos de saber si es importante, que se llama Joji, y entonces la chica va a ver a Joji y le pide que eche a su hermano de la banda, para que vuelva por el camino recto, esas cosas, y el gángster le hace caso, y además de hacerle caso parece que empieza a enamorarse de la chica, va a la tienda a escuchar discos, vuelve a casa y sigue escuchando discos, y su novia mecanógrafa decide que algo hay que hacer, así que coge una pistola, la carga y se va a ver a la chica de los gramófonos, y las dos caminan juntas por la calle hasta que la mecanógrafa saca la pistola y apunta a la otra chica y le dice lo que piensa y resulta que no dispara, que dice que en el fondo la aprecia, aunque se nota que le duele decirlo, pero es así, es sincera, y entonces se acerca a la chica, y eso es lo que veis, se acerca y lo que vemos son unos zapatos de tacón acercándose a un kimono, y luego uno de los pies con zapato de tacón que se inclina un poco, y luego de nuevo esos pies alejándose, y un plano de la mecanógrafa, y un plano de la chica de los gramófonos que se lleva la mano a la cara, y entonces entendemos lo que ha pasado, la mecanógrafa ha besado en la mejilla a la otra chica, había venido con una pistola, a darle una lección, a asustarla, a cantarle las cuarenta, algo de eso, y lo que ha acabado haciendo es darle un beso en la mejilla, y es muy lindo porque no lo vemos, lo comprendemos, es lindo el rodeo, es lindo el contarlo así, con una aceleración de unos pies, una pausa, otra aceleración y luego una mano en una mejilla, y también es lindo que la amenaza se vuelva beso, esta es una película en la que van apareciendo pistolas pero parece que nunca va a haber un disparo, una película de gángsters con un solo disparo, una película de gángsters casi sin violencia, unos cuantos puñetazos fuera de campo, que ni siquiera parecen tan malvados, y luego muchos puñetacitos cariñosos, entre los gángsters, entre la mecanógrafa y el jefe, como si jugasen con la violencia, hay que ver cómo el hermano de la chica de los gramófonos acaricia la barbilla de otro gángster en un local de boxeo, hay que ver cómo lanza un puñetazo al aire en la tienda y, al darle sin querer a una de las esculturas de perro, azorado la recoloca, como un niño que ha hecho una travesura, en realidad todo tiene mucha gracia aunque siempre está el miedo a que esa gracia pueda, tarde o temprano, torcerse, que el jugar a los golpes y el jugar con pistolas acabe mal, pero hasta eso no acaba de suceder, porque en realidad los personajes parecen casi siempre más preocupados por cuidar los unos de los otros que por hacerse daño, hasta cuando se pegan suele ser con intención de cuidar, y cuando al fin haya un disparo, pensemos lo que pensemos de las razones, que pueden parecer, ay, de lo más equivocadas, irreales de una manera ya no tan simpática, será aún así con ánimo de cuidar la vida que a dos personas que se quieren les queda por delante, como si de las historias de gángsters la película quisiese recordar lo que tienen de banda, lo que tienen de grupo que se cuida, y olvidar todo lo demás, hacer unos gángsters de cuento o de tebeo, no soñar con el poder sino simplemente con lo que por otro se puede hacer, no soñar con la rivalidad entre los hombres sino con el afecto entre las mujeres, no soñar con disparos sino con besos en la mejilla. 
(Una mujer fuera de la ley, Yasujiro Ozu)

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