viernes, 14 de octubre de 2016

cuando todo el mundo corre


Pierre y Thérèse están en tierra, en un aeródromo, y hablan, o más bien Thérèse le habla a Pierre, le habla de cosas del suelo, de dinero, de un trabajo posible en Limoges, pero Pierre no acaba de prestar atención, Pierre mira hacia el cielo, hacia las subidas y bajadas, las cabriolas del avión que él acaba de reparar, Pierre mira hacia el cielo y admira y las palabras terrenales de Thérèse apenas consiguen que baje la mirada, apenas consiguen que recuerde el suelo, y entonces el avión aterriza y Pierre echa a correr, dejando atrás a Thérèse, echa a correr con la masa, echa a correr todo entusiasmo y la cámara también echa a correr, es un plano muy bello, la cámara corre, vuelan los sombreros, es un triunfo, la alegría de la masa hace el triunfo y Pierre forma parte de ella, se funde con ella, mientras Thérèse queda atrás, queda sola, ajena, con esa pregunta que le ha hecho a Pierre y que él no ha respondido: pero, cuando todo el mundo te mira, ¿es difícil ser valiente? 

Thérèse se queda sola y lejos de la masa entusiasta, de la masa llena de vuelo, llena de aire, Thérèse se queda en tierra, pero en esta película ni Thérèse es siempre tierra, ni la masa es siempre aire, no, y a veces uno corre con la masa, a veces la masa la lleva a una a hombros, a veces pasa de largo y a veces se tiene a la masa enfrente, cargada de tierra, cargada de razones, entusiasta en el odio como lo es en la admiración, hay una extraña escena hacia el final, una escena en la que la masa grita Gauthier, Gauthier, el apellido de Pierre, y en realidad no sabemos, no podemos saber, el porqué de ese grito que parece todo tierra, todo odio, y que de pronto, en apenas un instante, se vuelve aire, se vuelve alegría, pero sin que perdamos el recuerdo de ese tiempo en el que el grito, la masa, eran una amenaza, y hay algo así en toda la película, que es una historia de provincias, una historia donde la mirada de los demás cuenta, donde hay resistencias, una historia de excepciones en un mundo de normas, la alegría y las dificultades de las excepciones, donde la excepción solo se tolera en el momento del éxito, como si naciese de la nada, una historia donde en el momento de la alegría nos puede quedar el recuerdo del miedo y llorar un poco de alegría y otro poco de alivio, como habiendo resucitado con el recuerdo de haber estado muerto.
(Le ciel est à vous, Jean Grémillon)

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