domingo, 31 de diciembre de 2017

cosas del champán


En realidad yo solo quería volver a ver a Jean Dixon en este plano, es la mujer que está en primer término, ¿recordáis?, Susan Elliott en la ficción, Potter su apellido de casada, aunque todo el mundo dice Porter, sí, quería volver a verla  y preguntaros qué veis vosotros en ella, yo el otro día no podía parar de mirarla, por muy guay que fuese la voz cantante, Edward Everett Horton, por mucho empeño que le pusiese Katharine Hepburn, por muy maravillosamente cara de palo que esté Lew Ayres al fondo tocando el banjo, sí, yo no podía parar de fijarme en Jean Dixon, que no es la protagonista de la película, ni mucho menos, pero hay algo en ella que me gusta mucho, creo que es esa manera de divertirse estando ya un poco borracha, un poco ausente, con ese gesto que hace al terminar de cantar, llevándose las manos a la cabeza, un gesto como de "he bebido demasiado", está presente y ausente al mismo tiempo, como en uno de esos momentos en los que el alcohol le deja a uno suspendido, al mismo tiempo divirtiéndose y dándose cuenta de que se está divirtiendo y quizás hay ya un poco de melancolía en esa diversión, en esa conciencia de la diversión teniendo lugar, y creo que no es casualidad que mi mirada se fuese hacia ella, porque luego la secuencia se centra en ella y en Katharine Hepburn, sí, se centra en la experiencia del personaje de Jean Dixon con ese hombre que cantaba y con Johnny Case, que es Cary Grant, y todo lo que viene a decir ella, que pasaron momentos magníficos los tres juntos, es como si ya estuviese dicho en esa mirada que al mismo tiempo se divierte y lo percibe todo como presente en curso, como presente a punto de ser pasado, como si quizás ese instante fuese la imagen de otros instantes pasados, como si estuviese ya cargado de memoria según está sucediendo, y la mirada de Jean Dixon hacia Edward Everett Horton, el asentimiento de ella cuando él dice que está un poco borracho, el amor que hay en esa mirada y que no es un amor radiante, es otra cosa más calmada y que tiene como un aire de reconocimiento, de ver que es él, que sigue siendo él, quizás sea también como un salto hacia el futuro, algo que nos dice cómo podrían llegar a mirarse dentro de unos cuantos años el personaje de Katherine Hepburn y el de Cary Grant, una imagen de lo que la comedia ya no contará, la comedia de después de la comedia, la comedia consciente de sí misma, y al mismo tiempo quizás sea por eso que, cuando Edward Everett Horton encuentra los títeres, en el plano en el que volvemos a las dos mujeres, Jean Dixon tenga una sonrisa plena, una sonrisa completamente en el presente, no dejarnos con una imagen melancólica del personaje de Susan Elliott, devolverla al presente, hacer sentir que no es una vida vuelta hacia el pasado, hacer sentir que la vida de Susan Elliott y el profesor Potter sigue siendo una vida en presente y que la vida de los otros personajes más allá de la película podrá ser también una vida en presente, un vida que avanzará con el recuerdo de la comedia vivida pero sin dejar que ese recuerdo se convierta en nostalgia, sin dejar que el recuerdo sea más que el presente.
(Holiday, George Cukor)

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